Imponle tus manos
Ese contacto entre las manos de Moisés y la cabeza de Josué era algo más que un ritual, era el poder sentirse físicamente.
Pocas cosas agradan más al joven que el sentir un adulto cerca que lo anime, con un abrazo sincero de entendimiento, un apretón de manos, una palmada en la espalda acompañada de una frase cariñosa y positiva, no paternalista y humillante con doble sentido; son cosas sencillas y simples pero que expresan el amor como debe ser. No en vano, eso puede explicar el daño físico, sicológico y moral que se le ha hecho a miles de niños y jóvenes, justo por haber perdido la riqueza y la profundidad de lo sano y natural de este contacto.