Decidir no salir es un asunto, porque ya desde ahí quedan claras las posiciones, pero decidir regresarse, ¡a esta altura!, y con todo lo vivido… es otra.
No querer ver la tierra prometida es una cosa, en todo caso mejor pides amablemente que te envíen una postal y resuelto; pero verla con tus propios ojos y no querer entrar en ella, eso es otro asunto.
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