Ármate
“Josué, nuestro personaje, no nació soldado, pero terminó siendo soldado de profesión finalmente, se acostumbró a la batalla desde muy joven, pero jamás tuvo las armas que tú y yo tenemos. Ya lo hubiera querido, creeme.
En la segunda carta a los corintios en el capítulo 10 dice ‘aunque vivimos por la carne, no combatimos según la carne. No. Las armas de nuestro combate no son carnales, antes bien, para la causa de Dios, son capaces de arrasar fortalezas, deshacemos acusaciones y toda altanería que impida que se conozca a Dios, y todo pensamiento lo sometemos a Cristo’ 2 Corintios 10, 3-5 ”